Una vida compartida con los necesitados
Lucija tiene 12 años y desde que nació ha compartido su vida con niños y jóvenes que no tenían familia, creciendo naturalmente en medio de muchos hermanos. Sus padres, Ivana y Roberto, son miembros de la Comunidad Papa Juan XXIII y han elegido dedicar su vida a acoger en su Casa Familia a todo aquel que necesite una madre y un padre, por un tiempo o para siempre.
Afrontar las dificultades con una sonrisa
Lucija padece desde su nacimiento una rara malformación de las extremidades que ha hecho que el fémur y la tibia de su pierna derecha crezcan más pequeños que los de su pierna izquierda, junto con la falta de un ligamento cruzado en su rodilla derecha.
Desde una edad temprana, compensó esta situación caminando sobre la punta de los pies y pudo asistir a clases de gimnasia artística, natación, danza moderna y escultismo. Hoy, sin embargo, la dismetría entre sus piernas ha superado los 8 cm y Lucija tiene que llevar un zapato ortopédico con una elevación bastante pesada para poder andar.
Esto la hace sufrir, porque -además del creciente dolor que siente en la cadera, el pie y la espalda cuando hace esfuerzos- Lucija siente que no es "como los demás".
Una operación que puede cambiar su vida
Hoy Lucija tiene la oportunidad de someterse a una operación de alargamiento de piernas que le permitirá llevar la vida que sueña, igual que todos sus compañeros. Si no se sometiera a la operación, se enfrentaría a graves problemas articulares y de espalda en el futuro.
Es una operación muy exigente pero existe la posibilidad de utilizar una metodología experimental menos invasiva y sobre todo mucho menos dolorosa que la tradicional. Esta operación cuesta 60.000 euros y, al no estar cubierta por el Servicio Nacional de Salud, la costean íntegramente sus padres.
Juntos podemos ayudar a Lucija a llevar una vida normal y hacer realidad sus sueños, uno de los cuales es convertirse en escritora. Quién sabe, tal vez algún día pueda contar la historia de una joven que, escalando una montaña con sus propias piernas, descubrió que no estaba sola cuando se encontró con Jesús, en el cariño y el apoyo de tantos amigos que la acompañaron hasta la cima, igual que acogió en su familia a tantos hermanos y hermanas con sencillez y gratuidad.
Puedes apoyar este proyecto de dos maneras:
- Donando a una colecta personal ya activa: cualquier contribución, por pequeña que sea, marcará la diferencia.
- Si, por el contrario, quieres hacer algo aún más grande, activa una recaudación de fondos personal y ayúdanos a implicar a mucha gente nueva a la que de otro modo no podríamos llegar pidiendo a tus amigos, familiares y colegas que te apoyen con un donativo.