Tengo un hermano en Lesbos esperándome.

Miles de hombres, mujeres y niños, huyendo de la guerra y la miseria, llegan al campo de refugiados de Lesbos, en Grecia, con la esperanza de un nuevo comienzo, pero aquí sólo descubren más sufrimiento. La Comunidad Papa Juan XXIII ha elegido estar en Lesbos para compartir el drama de esta humanidad, para dar voz a estas personas no escuchadas. La presencia de los voluntarios de la Comunidad y de Operazione Colomba (el cuerpo de paz no violento de la Comunidad) y la acogida en la casa de la familia en Atenas es indispensable: ayúdanos a estar presentes junto a los hombres, mujeres y niños que sufren en un silencio desesperado. Nos necesitan ahora.

Tengo un hermano en Lesbos esperándome.

Miles de hombres, mujeres y niños, huyendo de la guerra y la miseria, llegan al campo de refugiados de Lesbos, en Grecia, con la esperanza de un nuevo comienzo, pero aquí sólo descubren más sufrimiento. La Comunidad Papa Juan XXIII ha elegido estar en Lesbos para compartir el drama de esta humanidad, para dar voz a estas personas no escuchadas. La presencia de los voluntarios de la Comunidad y de Operazione Colomba (el cuerpo de paz no violento de la Comunidad) y la acogida en la casa de la familia en Atenas es indispensable: ayúdanos a estar presentes junto a los hombres, mujeres y niños que sufren en un silencio desesperado. Nos necesitan ahora.

"Vinimos a Grecia con el deseo de paz porque nuestro país lleva demasiados años en guerra, buscábamos un lugar seguro donde nuestros hijos pudieran crecer libres. No sabíamos que aquí también correríamos peligro" Houssein, refugiado afgano

Houssein vive en el campo de refugiados de Lesbos. Aquí viven miles de familias, hombres, mujeres, niños huérfanos, perseguidos por las guerras y huidos de países como Afganistán, Siria, Somalia e Irak, donde la vida humana está constantemente en peligro.
A Lesbos llegan con la esperanza de un nuevo comienzo, pero en la isla descubren que sólo les esperan más privaciones inhumanas, un limbo de espera agotador, el fantasma de la deportación, el terror de la devolución violenta.

En el campo, la gente se ve obligada a vivir en tiendas de plástico donde no pueden respirar en verano y se congelan en invierno, los retretes a menudo no funcionan y no hay agua caliente. No hay sistema de alcantarillado, no hay atención sanitaria y no hay normas de prevención para protegerse del Coronavirus. No hay iluminación, por lo que las mujeres y los niños están aún más expuestos a los abusos y la violencia por la noche.

Muchos intentan abandonar esta isla donde Europa, que promete derechos humanos, fracasa continuamente y se traiciona a sí misma, pero es un gran riesgo. Piensan que en Atenas podrán encontrar un trabajo y construir una vida mejor, pero la pobreza en la capital griega está muy extendida y la mayoría de los refugiados que abandonan Lesbos viven en la calle y no tienen ningún lugar seguro donde dormir.

LaComunidad Papa Juan XXIII fue llamada y eligió compartir el drama de esta humanidad, dar voz a estas personas sin voz y sin ser escuchadas. Un grupo de voluntarios de la Comunidad y de Operazione Colomba (el cuerpo de paz no violento de la Comunidad) vive en Lesbos para garantizar una presencia constante y una protección diaria y para denunciar las continuas violaciones de los derechos humanos que hombres, mujeres y niños se ven obligados a sufrir. El hogar familiar de Atenas acoge a quienes, desesperados, indocumentados o ya reconocidos como refugiados, no saben dónde ir ni a quién pedir ayuda.

Ahora necesitamos tu apoyo, de inmediato, para garantizar la presencia continuada de nuestros voluntarios y el alojamiento en el hogar familiar de Atenas. Es mucho el dinero que necesitamos para el funcionamiento del proyecto sobre el terreno en Lesbos y para sostener los gastos de la casa familiar, que ya está lista para ser acogida, pero estamos seguros de que cada gota hará posible este océano de solidaridad.

Gracias a ti y a tu donación estaremos allí donde el grito de ayuda sea fuerte. Hazlo ahora.

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"Vinimos a Grecia con el deseo de paz porque nuestro país lleva demasiados años en guerra, buscábamos un lugar seguro donde nuestros hijos pudieran crecer libres. No sabíamos que aquí también correríamos peligro" Houssein, refugiado afgano

Houssein vive en el campo de refugiados de Lesbos. Aquí viven miles de familias, hombres, mujeres, niños huérfanos, perseguidos por las guerras y huidos de países como Afganistán, Siria, Somalia e Irak, donde la vida humana está constantemente en peligro.
A Lesbos llegan con la esperanza de un nuevo comienzo, pero en la isla descubren que sólo les esperan más privaciones inhumanas, un limbo de espera agotador, el fantasma de la deportación, el terror de la devolución violenta.

En el campo, la gente se ve obligada a vivir en tiendas de plástico donde no pueden respirar en verano y se congelan en invierno, los retretes a menudo no funcionan y no hay agua caliente. No hay sistema de alcantarillado, no hay atención sanitaria y no hay normas de prevención para protegerse del Coronavirus. No hay iluminación, por lo que las mujeres y los niños están aún más expuestos a los abusos y la violencia por la noche.

Muchos intentan abandonar esta isla donde Europa, que promete derechos humanos, fracasa continuamente y se traiciona a sí misma, pero es un gran riesgo. Piensan que en Atenas podrán encontrar un trabajo y construir una vida mejor, pero la pobreza en la capital griega está muy extendida y la mayoría de los refugiados que abandonan Lesbos viven en la calle y no tienen ningún lugar seguro donde dormir.

LaComunidad Papa Juan XXIII fue llamada y eligió compartir el drama de esta humanidad, dar voz a estas personas sin voz y sin ser escuchadas. Un grupo de voluntarios de la Comunidad y de Operazione Colomba (el cuerpo de paz no violento de la Comunidad) vive en Lesbos para garantizar una presencia constante y una protección diaria y para denunciar las continuas violaciones de los derechos humanos que hombres, mujeres y niños se ven obligados a sufrir. El hogar familiar de Atenas acoge a quienes, desesperados, indocumentados o ya reconocidos como refugiados, no saben dónde ir ni a quién pedir ayuda.

Ahora necesitamos tu apoyo, de inmediato, para garantizar la presencia continuada de nuestros voluntarios y el alojamiento en el hogar familiar de Atenas. Es mucho el dinero que necesitamos para el funcionamiento del proyecto sobre el terreno en Lesbos y para sostener los gastos de la casa familiar, que ya está lista para ser acogida, pero estamos seguros de que cada gota hará posible este océano de solidaridad.

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