Maximilian y Kanty se conocieron en Sri Lanka, en la misión de la Comunidad Papa Juan XXIII, hace 20 años.
Maximilian eligió ser miembro de la Comunidad cuando sólo tenía 20 años, tras darse cuenta de que su camino era compartir la vida con los más pobres y marginados allí donde estaban, en los lugares donde nadie quiere ir. Porque allí estaba la necesidad.
Así que, después de vivir en Brasil y Bolivia, cuando le propusieron irse como misionero a Sri Lanka durante un año dijo inmediatamente que sí. No podía imaginar que "la vida allí" se convertiría en su hogar durante 10 años y que allí conocería a la que se convertiría en su esposa, Kanti. A medida que se fueron conociendo, Kanti se fue acercando a la comunidad hasta que decidió unirse a ella también, compartiendo la vida misionera con Maximilian.
Así, hace 8 años decidieron marcharse a Tanzania , donde siguen viviendo junto a sus 3 hijos y donde comparten la vida y la jornada con personas vulnerables y excluidas de la sociedad, ofreciendo respuestas concretas a quienes no tienen alternativa. Massimiliano dirigía un proyecto destinado a la inserción laboral de jóvenes discapacitados, mientras que Kanty seguía el Centro Nutricional que acoge y ayuda a niños desnutridos y a sus familias.
Iringa, la ciudad donde viven, es un entorno pequeño, rural y tranquilo, adecuado para una familia con niños pequeños, pero que no ofrece muchas oportunidades a los adolescentes, tanto desde el punto de vista de la educación -limitada al contexto local- como de su crecimiento personal.
Así que, después de pensarlo durante mucho tiempo, tranquilizados por el hecho de que los proyectos están bien establecidos y son gestionados de forma independiente por miembros de la comunidad y educadores locales, Massimiliano y Kanti se dieron cuenta de que, después de una vida pasada en la misión, había llegado el momento de volver a Italia y empezar una nueva vida de compartir en Piamonte .
De momento aún no saben exactamente en qué proyectos y servicios serán llamados a servir. Lo único seguro es que vivirán plenamente la opción de compartir de la Comunidad Papa Juan XXIII, que les llevará a abrir la puerta de su nueva casa y de su vida a los pequeños que el Señor quiera enviarles. La Comunidad Papa Juan XXIII ya ha encontrado una casa donde vivir y donde acoger a los que llamen a su puerta.
Sinembargo, para estar preparados para decir sí a todas las llamadas y peticiones, necesitan comprar un minibús de 8 plazas, que les permitirá desplazarse y atender las necesidades de las personas que formarán parte de su nueva vida. Ayúdales tú también y forma parte de su nueva aventura. Puedes hacer un donativo o iniciar una recaudación de fondos para apoyar el proyecto. Venga, ¿te apuntas?