Listo para volar
E. sólo tenía 17 años cuando sus padres la vendieron y la obligaron a ir a Italia. Maltratada y obligada a vender su cuerpo, encontró de nuevo la esperanza cuando fue acogida en la Casa Familiar de Fabrizio y Raffaella de la Comunidad Papa Juan XXIII. Ahora tiene 23 años, dos hijos y está dispuesta a formar su propia familia en un nuevo hogar. Pero no puede hacerlo sola: sólo tu ayuda puede ayudarla realmente a mirar el futuro con más serenidad.
E. sólo tenía 17 años cuando sus padres la vendieron y la obligaron a ir a Italia: a esa edad, según ellos, era lo suficientemente mayor para ganar y contribuir económicamente a la familia. El viaje de E. a nuestro país pasó por Libia y, por desgracia, todos sabemos lo que ocurre en esas zonas fronterizas: te tratan como un objeto, te encarcelan, te torturan.
Su pesadilla no terminó ni siquiera cuando, ya agotada, llegó a Italia. En este país libre, democrático y civilizado, E., poco más que una niña, fue puesta en la calle, privada de todo y obligada a vender su cuerpo a clientes sin escrúpulos.
Se queda embarazada y en esta nueva vida que crece en su interior encuentra el valor para escapar de sus opresores. E. necesitaba un hogar de verdad, un lugar en el que se sintiera segura y personas que la ayudaran a construir su futuro... necesitaba una familia.
Fabrizio y Raffaella, que forman parte de la Comunidad Papa Juan XXIII desde hace más de 20 años, la acogieron en su Casa de la Familia de Alessandria, como habían hecho con tantos otros antes que ella, abriéndole las puertas de su casa y de su corazón.
E. tiene ahora 23 años y dos hijos maravillosos. Ahora sus ojos brillan con una luz poderosa, la luz de una niña que se ha convertido en una mujer que ha encontrado su dignidad y, paso a paso, está diseñando su vida.
Gracias a su fuerza de voluntad ha conseguido una beca de trabajo pagada con 300 euros al mes. Fabrizio y Raffaella siguen a su lado , pero ha llegado el momento de que esta joven se valga por sí misma, como les gustaría a muchas personas de su edad. Sin embargo, ella y sus hijos aún necesitan un poco de ayuda, un último "empujón" para levantar el vuelo con confianza.
Sola y con sus 300 euros al mes no puede permitirse el alquiler de un apartamento en el que por fin pueda formar su propia familia, pero nosotros podemos ayudarla.
Por eso te pedimos que nos ayudes a recaudar al menos 6.000 euros para cubrir el alquiler de un apartamento durante un año y para apoyar los gastos iniciales de esta nueva familia. Son 500 euros al mes.
Sile damos hoy una ayuda concreta, un apoyo en el que apoyarse -el apoyo que un padre intenta dar a sus hijos cuando se enfrentan a la vida por primera vez-, le permitiremos mirar al futuro con más serenidad. Tu ayuda puede cambiar realmente la vida de esta madre. Ayudémosla juntos.
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E. sólo tenía 17 años cuando sus padres la vendieron y la obligaron a ir a Italia: a esa edad, según ellos, era lo suficientemente mayor para ganar y contribuir económicamente a la familia. El viaje de E. a nuestro país pasó por Libia y, por desgracia, todos sabemos lo que ocurre en esas zonas fronterizas: te tratan como un objeto, te encarcelan, te torturan.
Su pesadilla no terminó ni siquiera cuando, ya agotada, llegó a Italia. En este país libre, democrático y civilizado, E., poco más que una niña, fue puesta en la calle, privada de todo y obligada a vender su cuerpo a clientes sin escrúpulos.
Se queda embarazada y en esta nueva vida que crece en su interior encuentra el valor para escapar de sus opresores. E. necesitaba un hogar de verdad, un lugar en el que se sintiera segura y personas que la ayudaran a construir su futuro... necesitaba una familia.
Fabrizio y Raffaella, que forman parte de la Comunidad Papa Juan XXIII desde hace más de 20 años, la acogieron en su Casa de la Familia de Alessandria, como habían hecho con tantos otros antes que ella, abriéndole las puertas de su casa y de su corazón.
E. tiene ahora 23 años y dos hijos maravillosos. Ahora sus ojos brillan con una luz poderosa, la luz de una niña que se ha convertido en una mujer que ha encontrado su dignidad y, paso a paso, está diseñando su vida.
Gracias a su fuerza de voluntad ha conseguido una beca de trabajo pagada con 300 euros al mes. Fabrizio y Raffaella siguen a su lado , pero ha llegado el momento de que esta joven se valga por sí misma, como les gustaría a muchas personas de su edad. Sin embargo, ella y sus hijos aún necesitan un poco de ayuda, un último "empujón" para levantar el vuelo con confianza.
Sola y con sus 300 euros al mes no puede permitirse el alquiler de un apartamento en el que por fin pueda formar su propia familia, pero nosotros podemos ayudarla.
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