La Comunidad, incluso en este momento de emergencia sanitaria, gracias a sus familias y anfitriones, sigue cuidando de los últimos, adaptando y modificando sus actividades.
Nuestros centros de día están cerrados a la fuerza, pero seguimos estando cerca de los numerosos jóvenes discapacitados que acuden a ellos, llamándoles cada día. Los Barracones Belén y las Unidades de Calle se protegen siguiendo todas las indicaciones pero seguimos acogiendo y reconfortando a todas las personas que viven en la calle y que ahora están aún más solas. Los Hogares Familiares siguen acogiendo y, ahora más que nunca, protegiendo a los frágiles, los enfermos, los discapacitados.
Todo cambia y la Comunidad se transforma, dando lugar a nuevas formas de compartir y de acoger.
Hoy, los últimos son también los enfermos, y por eso la Comunidad ha decidido poner a disposición de la AUSL y de la Prefectura una de sus instalaciones, el Hotel Royal de Cattolica, dando vida a la primera experiencia en Italia, creada para acoger a los enfermos Covid-19 dados de alta del hospital que han superado la fase más aguda, pero también a personas con sospecha de virus o asintomáticas que no tienen un lugar seguro donde pasar la cuarentena.
Aquí viven autoaislados ocho chicos que se ocupan, las 24 horas del día, de los huéspedes que reciben. Lo que proporcionan los chicos no es pura asistencia, sino una presencia constante al servicio de estas personas, para darles apoyo psicológico y consuelo.
Con todo ello, la Comunidad sigue acogiendo a quienes se encuentran solos y necesitan ayuda, pero para ello es necesario que los nuevos internos pasen un periodo de aislamiento que certifique la ausencia de la enfermedad.
Para ello, en Bolonia, la Comunidad ha recibido de la diócesis el uso de una casa rectoral, que actualmente acoge a dos personas, y pronto se habilitará una segunda casa rectoral para acoger a otras dos.
Sólo después de este período, las personas podrán ser acogidas en las instalaciones de la cercana "Aldea Don Oreste", que reúne un Belén para personas sin hogar, una comunidad terapéutica para jóvenes con adicciones, una Casa Familia y un hogar para adultos.
La Comunidad Papa Juan XXIII ha decidido ponerse a disposición comprometiéndose como puede y como consigue, en toda Italia y en los países en los que está presente, siempre cerca de las personas solas y frágiles, sin dejar de acoger a las personas y convirtiendo sus casas en estructuras de acogida.
El distanciamiento social, que por el momento es la única forma de limitar la propagación del Covid-19, no debe hacernos olvidar que hay personas que necesitan nuestra ayuda. Hoy son los enfermos, los solitarios, los marginados, y también nosotros hacemos todo lo posible por ayudar.