En el sur de Palestina podemos hacer algo
Recaudación de fondos por Rocco
Este verano tuve la suerte de pasar un mes en Palestina como voluntario de la Operación Paloma, el Cuerpo de Paz No Violento de la Comunidad Papa Juan XXIII. Entonces me uní al grupo de personas que desde 2004 se turnan en la pequeña "Casa de la Paloma" de At-Tuwani, un pueblo de Masafer Yatta, la región montañosa al sur de Hebrón.
En At-Tuwani y sus alrededores he experimentado de primera mano lo que significa vivir bajo ocupación militar. Cada día -y desde hace 57 años- los ciudadanos de los territorios palestinos ocupados por Israel se ven privados de los derechos más básicos. La casa de uno puede ser demolida de un día para otro, a los niños y niñas les resulta cada vez más difícil recibir una educación decente (las escuelas pueden ser demolidas, a los niños y niñas les resulta cada vez más difícil llegar a sus escuelas, o tal vez los profesores o maestros no puedan hacerlo), los puestos de control del ejército israelí -fijos y volantes- pueden hacer imposibles las actividades cotidianas más sencillas, el trabajo o incluso los desplazamientos para acudir a citas médicas. Uno puede ser detenido por el capricho de un policía o una soldado, puede ser atacado salvajemente por grupos de colonos que hacen patrullas nocturnas con ametralladoras al cuello y/o armados con garrotes de hierro.
Ver de cerca la violencia sin sentido contra civiles indefensos te golpea hasta la médula. Mirar a los ojos de los atacantes te hiela la sangre, aunque a menudo son ellos los que no te sostienen la mirada.
Puede parecernos una película, o estamos tan acostumbrados a oír hablar de esta violencia que ya no le prestamos mucha atención, quizá pensamos que es una situación sin solución.
En cambio, pasas un mes en esta tierra y comprendes la determinación del pueblo palestino. Su voluntad de permanecer en su tierra, su resolución frente a la injusticia, su deseo de cumplir una promesa hecha a su madre o a su abuelo. He conocido a gente sencilla, fuerte, maravillosa. Gente -hombres y mujeres- que con métodos no violentos resisten, no ceden y quieren obstinadamente tener una vida normal para ellos, para sus familias, para sus comunidades. Nada más, pero tampoco nada menos.
Son ellas las que nos enseñan lo que significa luchar contra la injusticia, pero sin dejar de ser humanos. Y es importante no dejarles solos en esta lucha, en esta larga batalla diaria. En particular, la presencia de voluntarios internacionales en Cisjordania es crucial al menos por tres razones:
- Se consigue, aunque sea en pequeña medida, mitigar la violencia de los colonos y la arbitrariedad de la policía y el ejército israelíes. La presencia de observadores con cámaras mitiga de algún modo su violencia
- Se está con el pueblo palestino, codo con codo, y no se le deja solo. Ellos libran una batalla justa y les da mucha fuerza saber que hay otras personas que -simplemente- están de su lado
- Los voluntarios que regresan a sus países contribuyen con su granito de arena a que la gente comprenda la realidad de la ocupación, una realidad que, por desgracia, los medios de comunicación rara vez cubren adecuadamente.
Hay muchas maneras de ayudar a las organizaciones no gubernamentales presentes en Palestina: informándose, hablando de su trabajo, creando oportunidades de debate, eventos, etc. También es necesario ayudarlas económicamente. La Operación Paloma es maniáticamente cuidadosa en sus gastos y puedo asegurarte que cada euro que se les dona se utiliza cuidadosamente, principalmente para los gastos de formación y funcionamiento de los voluntarios, su sustento, el mantenimiento de la casa, las actividades de comunicación del proyecto.
Cuando paseé por las casas, las granjas aisladas o conocí a los pastores palestinos, experimenté una hospitalidad sencilla y total. Y vi cómo se iluminaban los ojos de muchas personas cuando les dije que era de la Operación Paloma, una Asociación a la que respetan profundamente. La labor de esta Asociación es fundamental, junto con la de otras organizaciones no gubernamentales internacionales y la -de incalculable valor- de tantos activistas israelíes que apoyan la lucha de resistencia palestina.
Por estas razones les pido que hagan una aportación económica -en la medida de sus posibilidades- al proyecto Palestina de Operación Paloma, una actividad que está en el lado correcto.
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