¡La vida está más allá de la fachada!
Recaudación de fondos por Cristina Castronovi
Volver es estrechar lazos, amar sinceramente, sentir auténtica alegría.
Es cierto que la situación nos pone en alerta máxima y, sin embargo, pasamos la mayor parte del tiempo sin pensar en drones ni en explosiones de misiles, sino simplemente disfrutando de la felicidad que nos rodea.
En Mykolaïv , el sonido de las alarmas está siempre presente; el miedo, el dolor, el cansancio de una guerra que parece no tener un final inminente se pueden sentir con sólo mirar a la gente a los ojos.
Entonces basta un paseo, un helado con los amigos, una charla, una divertida clase de baile, y todo parece más fácil.
En Kherson , en cambio, los drones golpean ahora en todos los puntos de la ciudad.
La atención es máxima. La gente huye y cada vez son menos.
Nuestros amigos, la mayoría de entre 18 y 26 años, están allí.
Han decidido reconstruir no sólo lo que está siendo bombardeado, sino también sus vidas... ¡las suyas, las nuestras!
Mientras estamos juntos en la calle, en casa o en la Dom Kultury, el sonido de las explosiones es el eterno telón de fondo.
Sin embargo, casi olvidamos que estamos en guerra porque nos damos ligereza: organizamos cenas, partidos de fútbol y talleres de pintura para niños.
Un día pensé en la posibilidad de que me alcanzara un dron y pensé que, en cualquier caso, era y soy feliz de corazón.
No somos inconscientes, hicimos una elección: quedarnos con ellos, no por lástima sino por bondad concreta, por ser una presencia auténtica, por felicidad espontánea.
Desde que estoy aquí, me siento en paz, paradójicamente donde hay guerra.
Es un sentimiento que trasciende la racionalidad y está arraigado en la identidad más profunda de una persona. Cuanto más cerca está la muerte, ¡más se siente la vida!
Son verdaderos testigos de una humanidad que repudia la guerra y vive, siempre y en todas partes.
Contribuye conmigo a apoyar la Presencia de Paz de la Operación Paloma en Ucrania. ¡Gracias, gracias, gracias!