Al lado de Palestina en la resistencia no violenta
Recaudación de fondos por Lello
"El infierno de los vivos no es algo que será; si lo hay, es el que ya está aquí, el infierno que habitamos cada día, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y formar parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y requiere una atención constante y un estudio en profundidad: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es el infierno, y hacerlo durar, y darle espacio".
Italo Calvino, Las ciudades invisibles
Participar o simplemente apoyar el proyecto de la Operación Paloma, el Cuerpo de Paz Noviolento de la Comunidad Papa Juan XXIII en Cisjordania, no significa encontrar una solución a un problema sin resolver.
No estamos hablando aquí en términos de metas, de objetivos a alcanzar por determinados medios y en determinados plazos.
La opresión del pueblo palestino dura ya más de setenta años, y los acontecimientos que han tenido lugar desde el 7 de octubre agravan aún más una situación cada vez más insostenible.
Mientras el genocidio a manos del ejército israelí continúa en Gaza, la violencia y la injusticia contra los civiles palestinos aumentan en Cisjordania, y la esperanza de cambio es cada vez más tenue.
Sin embargo, hay quienes resisten; quienes, en medio de este odio y destrucción, han optado por luchar mediante la no violencia y la cotidianidad, contra quienes quieren extinguir la vida.
Desde hace más de veinte años, los pastores palestinos de las aldeas de Masafer Yatta han decidido detener la cadena de violencia, y a cada detención injusta, por pastar en su propia tierra, responden saliendo a pastar al día siguiente, y al siguiente; a cada demolición, levantan una tienda y se preparan para reconstruir sus casas; tras el desplazamiento de una aldea, se organizan para intentar repoblarla: esto es Sumud, una palabra intraducible en nuestro idioma, que indica resistencia/resiliencia inextricablemente ligada a la tierra y a las prácticas de habitar la propia tierra.
A toda acción contra la vida se responde con la obstinada reafirmación de la misma, mediante su puesta en práctica, su continuación cotidiana.
Los voluntarios de la Operación Paloma no aportamos una solución a la opresión del pueblo palestino; pero hemos visto, en medio del infierno, lo que no es el infierno, y queremos ayudar a que perdure, queremos darle espacio; y lo hacemos estando codo con codo con los palestinos, compartiendo la vida bajo la ocupación, acompañándoles a pastar, almorzando en la misma cantina, con la cercanía de quienes acaban de sufrir la violencia o la detención, jugando al fútbol por la tarde frente a un puesto de avanzada israelí.
La paz, la no violencia, se identifican demasiado a menudo con metas, objetivos.
Estos pastores palestinos, en cambio, hacen de ella una práctica de vida; vida que se afirma por su mera existencia.
Y quizá ésta sea precisamente la base de la verdadera paz.
Por todo ello, les pido que apoyen conmigo la Operación Paloma.
Gracias de todo corazón.